Santa Rosa es un refugio espiritual, un hogar de oración y sosiego donde Dios nos acoge.
Abiertos a la calle, sin retiros ni rejas, solo unos escalones nos separan, pero el altar Mayor nos invita a entrar. No hay distancias: somos una comunidad cálida y cercana, lista para recibir a todos. Los sacramentos son un regalo, y el sentido de pertenencia nos une como familia.
Esta puerta no solo nos llama a entrar, sino también a salir y anunciar el Evangelio. Cristo es la puerta; en Él, Dios nos espera con misericordia.